lunes, 8 de febrero de 2010

En la salud y en la enfermedad





Ludovico querido a cuatro patas, viejito hipie, greñudo, gruñón, desobediente, macho alfa... juntos cumplimos ahora tus 13 años y 4 meses por aquí.

A los dos meses te conocimos y fuiste mi primer bebé. El otro estaba en camino pero como se iba a tardar, Raul decidió que yo te iba a necesitar. Espero que recuerdes los baños en la tina, cuando te arropaba para dormir, tus juguetitos, tu primera cobijita, tu elefante de peluche... Cuando te sacaba encobijado en diciembre en taxi, yo con 12 kilos de más por mi panza.
Ojalá recuerdes al nacer Emilio y como estuviste junto a él lamiéndole la cara con restos de comida, comiéndote el contenido del pañal, sus calcetines, quitándole juguetes, enseñándole a gatear y a ir por la pelota y de cómo le enseñaste a tirar la bolsa de alimento para botanear.
Ludovico, has vivido en 5 casas, has tenido jardín, has tenido balcón y ahora ni escaleras decentes para echarte a correr, pero siempre has mostrado una disposición a tomar la vida como viene y emocionarte con los cambios. Has compartido tu espacio con perros y gatos que vienen y van a veces de visita y a veces adoptados y nunca has dejado de compartir tu plato con quien venga a comer o de rasguñar las piernas y levantar la falda de mis amigas.

Cuantas veces has estado junto a mí viéndome, observándome y a veces anticipándome que voy a tener una fuerte emoción (te veo que te caigo mal y prefieres alejarte un poco de mí y verme a la distancia) y cuando hace crisis la tristeza siempre al lado, suspirando, acostado junto a mí esperando a que pase el sentimiento.
Siempre dispuesto para recibir a alguien, para ver una película para comer (sin jamás perder de vista el piso bajo de la mesa) para salir de viaje, para ir a dejar a Emilio a la escuela o a pasear; no importando el frío, el dolor de patas, una mala noche sin despertar bien...
Ludovico, en la salud y en la enfermedad...

5 comentarios:

Efrén. dijo...

Seguro que Ludovico recuerda, seguro. Y sonríe. Y sonríe.

Xesco 2017 dijo...

Rubí, estoy con lágrima fácil.
Es una entrada preciosa. Me saca toda la afinidad y empatía que siento por tí y por Ludovico. Son inmensos los sentimientos compartidos, vividos juntos, y lo demuestras a flor de piel, tan directa como eres.

Los schnauzers son duros y seguro que teneis mucha vida que seguir compartiendo.

Sigue contando por favor.

Un abrazo a los dos.

Voy a intentar enlazar esta entrada en Conversaciones.

Rubí Fernández dijo...

Gracias por la afinidad... el invierno nos pega fuerte. Y sí Ludovico sonrie.

Anónimo dijo...

Canijo viejito peludo... todos lo queremos. Aunque me rompía las medias con sus uñotas, sus dientitos filosos y me ponía buenos sustos con sus ladridos...
como si no me conociera, más bien creo que le divertía.

NORMA

Rubí Fernández dijo...

Claro que te reconocía Norma, pero es la única manera en que lo pelabas. Es capaz de lo que sea con tal de que le den su dosis de amor. A Sandra le levantaba la falda. Y a los hombres les pega en sus partes. Ah mi viejito.